sábado, 25 de agosto de 2012

¿Lectura de a dos?

Por: Camila González Plata.
Hace algo más de un mes, un amigo, amante de la literatura y de los buenos tintos (¿quién no se entrega al tinto - café -  negro cuando lee?) me invitó a que leyéramos juntos algún libro. Me dijo, para justificar su "extraña idea", que quería saber y experimentar de lo fantástico de una lectura compartida y/o de lo negativo que ésta trae. A mi parecer fue buena la justificación, y como jamás había leído un libro en conjunto con alguien más, me produjo algo de intriga y decidí que también quería tener la misma experiencia.

Le dije que debíamos escoger un libro, así que nos dirigimos a la biblioteca de la universidad para mirar con detenimiento cuál de todos se podría leer en parejas. Pasamos al rededor de tres horas entre los innumerables volúmenes que vivían: en los estantes metálicos unos y en los de madera otros. De esos nos detuvimos en varios: en "La inmortalidad" de Milan Kundera, "Crimen y castigo" de Dostoievski, "La república" de Platón, "Las flores del mal" de Baudelaire, entre muchos otros. Decidimos que debíamos buscar, otros libros, un poco más pintorescos para poder leer en parejas, porque estos tocaban muy en el fondo de cada alma.

Nos dirigimos, entonces, a la sección de Latinoamerica; desde allí nos veían: Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Tomás Carrasquilla, Julio Cortázar, Rafael Pombo, etc. Aquí lo pensamos varias veces; había unos (en el caso de Pombo) que nos evocaba recuerdos infantiles y ganas de repetir el "rín rín, renacuajo" a dúo. Sin embargo, descubrimos que a la hora de emprender nuestra lectura, ésta era tan única, tan perteneciente a nuestra infancia o a nuestra perdida niñez actual, que nos fue imposible continuar; en vez de leer, sólo recordábamos esos momentos de oscuridad y colores.

Al final, lo decidimos. Sacamos nuestra conclusión de toda esa experiencia y no volvimos a mencionar el tema aquel de leer libros a dúo. Descubrimos que los únicos libros posibles para hacer eso son las cartillas en las que nos enseñaron a leer y a escribir, a diferenciar palabras y a hacer talleres en equipos; las cartillas o los documentos que se les asemejan, son  los únicos en los que podemos disfrutar de éste tipo de lectura, porque los libros literarios son una cosa individual, así como quien lo escribió lo hizo en su soledad, nosotros sólo podemos leer esa soledad solos, y entenderla del mismo modo; ya después habrá tiempo para discutir nuestras reflexiones a dúo, pero ya todos sabemos que esa, es otra experiencia.

2 comentarios:

  1. Muy interesante la experiencia, pero me quedo con eso de que los escritores escriben en su soledad y así hay que leer sus obras.
    Un lujo =)

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