martes, 30 de octubre de 2012

La ciudad

Por: Camila González Plata

Actor: ¿Qué te parece la ciudad?
Visitante: La ciudad está bien
Actor: ¿Que te parecen las calles?
Visitante: Las calles están bien
Actor: ¿Y aquel edificio?
Visitante: Bonito
Actor: Es nuevo
Visitante: ¿¡Ah! sí? No lo sabía
Actor: Eso siempre pasa, todo últimamente es nuevo.
Visitante: Entonces,  ¿Cómo supiste que era nuevo?
Actor: Leí el letrero, este de aquí en frente, dice: Obra finalizada; con fecha de dos meses.
Visitante: ¡Ah! Sí, ya lo veo.
Actor: Sí…
Visitante: ¿Y a ti cómo te parece la gente?
Actor: ¿Por qué?
Visitante: Bueno, es que casi no puedo caminar
Actor: ¿Te incomoda?
Visitante: Un poco
Actor: A mí me gusta, hay posibilidades de ser más sociable, de hacer más cosas.
Visitante: Prefiero el pueblo
Actor: ¿No te agrada la ciudad?
Visitante: No, me entristece
Actor: ¿Qué es lo que te entristece?
Visitante: ¿Ves a ese hombre de allá?
Actor: ¿Cuál? Hay muchos
Visitante: Al hombre acostado que está allá
Actor: Es un mendigo
Visitante: ¿Mendigo? ¿Por qué?
Actor: No hace nada, eso es un mendigo
Visitante: ¿Y cómo sabes que no hace nada?
Actor: Porque está ahí tirado
Visitante: Eso es algo
Actor: Bueno si, pero eso aquí no cuenta
Visitante: ¿Por qué no?
Actor: Hay que trabajar como todos los demás para poder destacar, para poder vivir en medio de toda la novedad, ¿no te parece bella?
Visitante: ¿Quién?
Actor: La novedad
Visitante: ¡Ah! No sé, es incomodo.
Actor: ¡¿Incomodo?! ¿Cómo puedes decir eso? Es lo justo, el mundo debe cambiar;  no nos podemos quedar atrás.
Visitante: ¿Y por qué la ciudad no cambia con nosotros?
Actor: Porque somos muchos y ella es una sola
Visitante: ¡Ah! Es lamentable…
Actor: ¿Tú crees?
Visitante: Si.  Espera, entonces volteemos aquí en esta esquina, no es necesario pasar por encima sin mirar.
Actor: ¿A qué te refieres?
Visitante: A ese hombre que está allá acostado debajo del puente.

lunes, 1 de octubre de 2012

Recordar

Por: Camila González Plata
Frecuentemente uno va notando que no tiene ganas de hacer nada, o que mas bien todo no vale la pena; quizá frente a esa resolución de ideas tan abstractas y suicidas las personas  terminen haciendo eso, suicidándose. Nunca he tenido un suicida conocido, he escuchado mucho de ellos por terceros, pero nunca ha sido una experiencia personal; me gusta no tener esa clase de experiencias.

Cuando alguien muere es simplemente paranormal, las sensaciones que se agolpan en recuerdos y las cantidades de sentimientos encontrados a través de éstas quizá sean la llave hacia la melancolía, y si no, hacia la locura. Tener recuerdos de alguien que ya está muerto asusta, no por el miedo a que algún fantasma o espíritu de esa persona aparezca a media noche, o de pronto tenga deudas pendientes o  el sonido de sus pasos contra el suelo sea señal de tormento, tampoco por el miedo a que se caigan cosas de la nada o suene el teléfono y no se escuche a nadie del otro lado (todas cosas de películas), sino que asusta el hecho de seguir viendo en esos recuerdos el pasado de un pensamiento que alguna vez se pensó iba a suceder en un futuro  ya inexistente.

Yo recuerdo vagamente porque me he dedicado a no hacerlo, me he esforzado gran parte de mi vida intentando olvidarlo todo para que de nuevo se conviertan en algo sorprendente todas las cosas; la gente nunca entiende como alguien puede querer no recordar, yo tampoco lo entiendo muy bien, pero ayuda a dejar de lado lo malo y lo bueno, y solamente saber lo necesario de las cosas. A veces suele ser aburrido no saber más cosas, otras entretiene volverlas a intentar, volverlas   a escuchar, volverlas a sentir, porque en esa sinestesia es que surgen los sentimientos de la gente, surge el alma de cada persona.

Por eso a un muerto hay que temerle, porque ya estando muerto nos da mucho más que sentir que estando vivo; por medio de sus recuerdos nos agobia, nos sonríe,  nos llora o nos deja sin respiración en el vacío absurdo del futuro. Lamentablemente el ser humano recuerda, lamentablemente también olvida, y aún más lamentable es que nunca sabrá para qué recuerda o para qué olvida.