martes, 28 de mayo de 2013

Termina el semestre; para qué escribir.

Por: Camila González Plata
Estos afanes vacacionales me matarán algún día. 

¿Qué pasa cuando se termina algo? En mi caso sueño extraño y tiendo a tener pesadillas con los ojos abiertos. Saldré a vacaciones la próxima semana, pero no sé si escribiré más o menos de lo que he venido escribiendo. Me da miedo constante presentar todas mis ideas en este blog y que, de pronto, cuando quiera escribir algo verdadero, algo que sea realmente importante, las ideas se me hayan agotado. Quizá tenga más ilusiones en mí de lo que el mundo espera, o quizá sea cierto que algo grande está a punto de pasarme. Y miren, casi estoy en situación novelesca. 

Siento que me agoto (¿Es eso normal?) por temporadas. La dinámica del asunto es  la siguiente desde que tenía doce: no dejaré de escribir, escribiré de lo que sea, cuando sea y donde sea. Pensé que podía ser una clase de artista, de esas que presentan su trabajo casi sin esfuerzo. Me equivoqué, y ahora estoy desesperada, agobiada y un tanto angustiada por esto que estoy dejando pasar. Mi inspiración no llega. ¿Necesitaré musa? Pero, cuando se es mujer qué, ¿qué clase de musa es la adecuada para una mujer? Creo que estoy siendo excluida de cualquier metaforica forma de poetizar. 

Me falta el arte, pensé. Ya no me inspiro, ya no escribo como antes y eso me atormenta; ¿para qué escribo? He pensado de forma fija y constante en esta angustiante pregunta y lo cierto es que aún no veo respuesta, solo sé que necesito vomitar todo lo que me llega. No hablo muy bien, presento ideas vagas y poco elaboradas en mi oralidad, pero cuando escribo, soy dueña de mí, de mis pensamientos y de lo que, sin más ni menos, observo. Saldré a vacaciones y descubriré el para qué de mi escritura; entonces, no tendré miedo y comenzaré a contar historia tras historia, pensamiento tras pensamiento y deseo tras deseo, en un soliloquio, sin respuestas. 

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